viernes, 3 de agosto de 2007

EL ESPÍRITU DE LOS POLÍTICOS DE LA II REPÚBLICA. Por Gonzalo Adrio.

D. Gonzalo Adrio Barreiro, abogado artesano, como a él le gusta denominarse, escritor, Presidente de Honor del Círculo Republicano Gijonés y socio fundador del Ateneo Republicano Gallego. Ante todo un ser humano excepcional que durante los años que se dedicó a la política aplicó el espíritu de los políticos de la II República. Espíritu que también acompañó a su hermano, José, tristemente asesinado por los golpistas el 12 de noviembre de 1936, en Pontevedra, a los 26 años. José fue abogado, Gobernador Civil de Ourense en 1933 y Presidente de la Diputación de Pontevedra en 1936. Un hombre bueno y de intachable conducta como los 9 que fueron asesinados junto a él. En la foto aparecen Gonzalo y José Adrio Barreiro.

El espíritu, en general, con la excepción de Alejandro Lerroux y su contorno (no del Partido Radical en donde Martínez Barrio y otros terminaron separándose y creando el Partido Radical Demócrata) se caracterizaba por la honestidad y austeridad, valores que debieron mantenerse. Eran personas que vivían para la política, no de la política. Y ese es un valor que no debiera perderse.
Nada mejor, para conocer la trayectoria de esos políticos, que acudir a examinar determinados Decretos que fueron promulgados por el Gobierno Provisional de la República.

El Primer decreto, de 14 de abril de 1931, es para designar Presidente del Gobierno Provisional a D. Niceto Alcalá Zamora, y el siguiente, de la misma fecha, dice entre otras cosas, lo siguiente:

"El Gobierno provisional acepta la alta y delicada misión de establecerse como Gobierno de Plenos Poderes" . Y en otro párrafo dice:

"...mas como la situación del "pleno poder" NO HA DE ENTRAÑAR EL EJERCICIO ARBITRARIO DE LAS ACTIVIDADES DEL GOBIERNO, afirma solemnemente... que somete su actuación a normas jurídicas, las cuales, al condicionar su actividad, habrán de servir para que España y los órganos de autoridad puedan conocer así los principios directivos en que han de inspirarse los decretos, con las limitaciones que el Gobierno Provisional se impone". Y concretan su actuación en determinados artículos, pero concreta en el 1º que "su actuación se someterá al discernimiento y sanción de las Cortes Constituyentes -órgano supremo y directo de la voluntad nacional- llegada la hora de declinar ante ella sus poderes". ¡Todo un ejemplo, digo yo! Y destaco el Decreto nº 65, de abril de 1931, en donde acuerdan rebajar el sueldo de los Ministros que Primo de Rivera había elevado de las 30.000 ptas. anuales a 45.000 ptas., y lo vuelven a rebajar a las 30.000 ptas anuales. Y dicen que aunque dicha cantidad es insuficiente, el aceptar la subida acordada por la Dictadura, le restaría AUTORIDAD MORAL PARA ENJUICIAR LOS ACTOS DE AQUELLA". ¡Definitivo!

Entre los que formaban el Gobierno Provisional estaban Alcalá Zamora y Fernando de los Ríos, a quien en Granada conocían como el "Santo Laico".

Pasan los años, los republicanos que salvaron la vida están en el exilio. Por los años sesenta me hago con la mejor obra sobre Derecho Penal. La parte general del eminente jurista y político D. Luis Jiménez de Asúa, obra que conseguí de contrabando. pues en España estaba prohibida, y lo hice en la forma que cuento en Mis Memorias (Sin odio, sin rencor, pero el recuerdo vivo. Ed.O Castro). Pues bien, y por el mismo procedimiento, consigo del mismo autor"El Criminalista", y en ella viene una semblanza que hace de Alcalá Zamora Don Álvaro de Albornoz. El título de la obra es "Semblanzas españolas" (México 1954). Y para poder conseguir dicha obra me puse en contacto con mis amigos republicanos en México. Y me enteré que era una edición pequeña y que estaba agotada, pero al saber que me interesaba, un republicano, de apellido Joven, pero que ya era anciano, se lo entregó a un amigo mío que me lo hizo llegar. ¡Como se lo agradecí! Pues bien, ¿qué dice Albornoz sobre Alcalá Zamora?. Resumo:

Cuenta que vivía en la Argentina muy precariamente, cuando tenía en España un enorme patrimonio y una Cátedra, todo lo cual podía recuperar por habérselo dicho sus amigos y deudos, a los que le contestó así: " Regresaré a España para recuperar una Patria jamás para recuperar patrimonio". ¿Hay más grandeza? Y Albornoz siguen diciendo: "Políticamente había hecho desde su llegada a Buenos Aires una vida aislada..."."Pero dejó dispuesto que le enterraran envuelto en la bandera republicana, que él había sabido hacer compatible con la enseña de Cristo". "Y su cadáver fue acompañado a la tumba por una muchedumbre silenciosa y conmovida, de más de diez mil almas". "Iba pobre, sin patrimonio, dejando a sus hijas que actualmente trabajan en el Instituto del Cáncer, en la miseria. Pero iba envuelto en la aureola de la Patria".

Y termina diciendo: "La elocuencia del gran creador, que brilló en tantos aplaudidos discursos, no rayó nunca a la altura de esa frase trazada en una carta que en vez de ser esculpida en mármol: "SE PUEDE VOLVER PARA RECUPERAR UNA PATRIA, PERO NO PARA RECUPERAR UN PATRIMONIO". Y termina diciendo Albornoz: "Palabras inolvidables de consuelo, de fortalecimiento y de esperanza para las almas en el destierro, aunque dejen impasible al hombre-equipaje que sólo se atiene a pasaportes, visados y facturaciones".

Como dice García Pelayo "Se da el fenómeno de Auctoritas cuando se sigue a otro o el criterio de otro (el cual puede ser una persona o una institución) por el crédito que éste ofrece en virtud de poseer un grado eminente y demostrando cualidades excepcionales de orden espiritual, moral o intelectual". "La auctoritas, por tanto, no se basa en la coerción o en la presión, sino en la libre adhesión derivada del reconocimiento de tales cualidades". Momsem la definía, con referencia al sistema jurídico-público romano como "más que un consejo y menos que una orden".
Ese es el camino y el grave problema. Estamos inmersos en un mundo cambiante ideológicamente, pero hay algo que es imprescindible conservar o retomar: la decencia pública, la ética como norma esencial en el hombre. Mientras nos desborde el egoísmo, el desmedido afán de poder; mientras sólo se quiera el poder por el poder (la potestas) y no para mejorar la sociedad. Mientras la soberbia sea la norma y la humildad la excepción, estaremos al borde del abismo. Por eso es bueno reflexionar, y de ahí que haya recordado los decretos número 2 y 65, como ejemplos de austeridad y de pautas de unos políticos que querían ejercer más las auctoritas que las potestas.
Por Gonzalo Adrio, republicano.

2 comentarios:

Isaac dijo...

Cuanta razón tiene, don Gonzalo. Estos políticastros de ahora son todo lo contrario de aquellos. Aquellos rebajaban sus salarios para no hacerse aborrecibles al pueblo, estos se los suben a su libre albedrío, y aún por encima ¡se blindan para el futuro!
Un simple concejal de un pueblo cualquiera cobra en ocasiones salarios que ningún obrero cualificado o incluso muchos profesionales liberales puedan llegar a soñar. Hoy, la política es una carrera profesional y no un servicio público.
Pienso en Chapaprieta, dimitido por culpa de recibir un reloj de oro, mientras que estos de hoy en día no dimiten ni aún cogiéndolos con las manos en la masa...del ladrillo.
Algo falla en este país, y para mi tiene mucho que ver con como se acometió la Transición, que permitió que los mismos que antes mandaban tengan hoy a sus hijos instalados en los "consejos de administración" de los principales partidos. No miento ni fantaseo al decir que hay familias que, como las del Antiguo Régimen, tienen al heredero del Mayorazgo en el partido del gobierno, y a los menores en los partidos de la oposición, para cubrir el "amplio" espectro político.
¡Como va a funcionar el sistema si no hubo ruptura democrática y nos sigue mandando el heredero de Franco, aquel que dijo un día que, en su presencia, nadie osase hablar mal del caudillo!
Están donde están por ejercer el poder, no por hacer más grande al pueblo.

CLAMOR REPUBLICANO dijo...

El otro día estuve hablando con D. Gonzalo, y vaya el "Don" en reconocimiento a su humanidad y ética profesional y política, me comentó que cuando formó parte del gobierno del ayuntamiento de Pontevedra, hace unos años, impidió que la primera acción de los allí reunidos fuera subirse el salario. Dijo que si eso se producía saldría a la luz en los medios haciendo él mismo la crítica. Les replicó que el político se debe a la ciudadanía que les vota, que tiene que vivir para la política no de la política. Respetando su solvencia moral no se subieron el salario. El no viajó a expensas de las arcas municipales, ni se sumó a gastos que pensaba no debían ser asumidos por los ciudadanos ya que para eso cobraban un sueldo, no tenían que acostumbrarse a lo gratuíto por ubicación política. Muchos de los que le secundaron en ese momento, en la siguiente legislatura, en la que él ya no estuvo, se sumaron a comer del pastel público como tan bien saben hacer todos, sean de la sigla que sean.
La política es un arte, es todo, los políticos son los que ni tan siquiera saben lo que significa esa palabra, piensan que política es vivir del cuento y alimentar su ego. Y los ciudadanos en vez de exigir y denunciar, van delegando de su función crítica dejando en una posición muy cómoda a tantos y tantos vividores.